Levantadas y caídas

“Nuestra gloria más grande no consiste en no haberse caído nunca, sino en haberse levantado después de cada caída.” Eso nos dice Confucio, gran maestro que es altamente venerado y admirado aquí en Taiwán. Pero, ¿por qué viene al tema? He tenido un fin de semana excelente y lleno de actividades, pero hay una cosa en particular que me llena de emoción y felicidad que es la que ocupara el tema principal el día de hoy, pero antes, les contaré los días anteriores a ella, sólo para dejar lo mejor para el final.
Oh, y para dejar más en claro que tan bien me la estoy pasando, ayer no sabía ni qué día era, lo único que sabía, era que era lunes.
¡Viernes!
Muy bien, el viernes tenía decidido ir al banco, porque al pagar las clases de natación, me quedé en ceros. Bueno, con 90NT para el resto del mes, lo cual no es nada bueno y menos cuando apenas va comenzando, jaja. Así que después de clases, me aventuré junto con Laura (mi amiga brasileña) al HSBC. Llegamos ¿y qué creen? No funcionó mi tarjeta, jajaja. Así que ahí me ven maldiciendo al cajero automático y Laura muerta de la risa. Pero queríamos hacer algo por ser viernes, así que vagamos un poco por los alrededores, pero ella estaba preocupada porque era el cumpleaños de su hermano, así que mejor quiso irse a su casa temprano. Yo me comuniqué con Nicole (que se ha convertido en mi mejor amiga) para decirle que no íbamos a poder salir, pero a final de cuentas acabé yendo a Sanxia, que es su ciudad (aquí todo está tan cerca que es como ir a San Antonio del Mar, sólo que sin mar, jaja) caminamos por los alrededores muy felices y me quedé a dormir a su casa. ¡Cómo nos reímos! Me la pasé muy, muy bien. Nos reímos tanto y platicamos tanto, que nos dieron las 2 de la mañana y no nos podíamos dormir, jaja, pero teníamos que lograrlo, porque a las 9 teníamos clase de Tai Chi, así que recordó un truco que le enseñó una amiga, que es comer chocolate y te duermes más fácil. Esa no me la sabía, pero a los 20 minutos, caímos, jaja.
Bueno, el sábado nos despertamos, desayunamos y nos encontramos en el metro con Laura. Llegamos a la clase que estuvo bastante bien, a mí me gusta mucho. Ya he mejorado un poco, aunque aún me falta practicar, pero aún hay tiempo y más cuando no tienes que hacer tarea.
Al terminar la clase, nos regalaron algo llamado “Rice dumpling” (denle click para ver la foto), que parecen tamales, pero son triángulos de arroz mezclados con algo más, ya sea carne, camarones, etc. 
Se inventaron hace muchos años, cuando un poeta trató de advertirle al emperador que algo malo iba a ocurrir, pero como éste no le creyó, el poeta se lanzó al río ahogándose y los triángulos de arroz fueron arrojados para evitar que los peces se comieran el cuerpo de éste. También se cree que son para la buena suerte o éxtio y que si un estudiante los come antes de un examen, aprobará. Claro, tampoco hacen milagros, jaja.
Y bueno, después de la práctica, salí con los intercambistas. Pero fue toda una odisea. Primero no sabíamos bien qué hacer y andábamos vagando por la estación de Banqiao (estación del metro que está un poco grande), luego ahí estábamos los mexicanos sentados en el piso esperando a los demás, jajaja. Pasó un buen rato, llegaron unos cuantos más y nos dimos cuenta que los demás, bien mala onda, se habían ido, jojo. No sabíamos qué hacer porque estaban regados, pero al final fuimos a donde nos dijeron que no fuéramos y ahí estaban más de 40 intercambistas. Era impresionante.
De ahí nos fuimos a un karaoke, pero resulta que era por el cumpleaños de una intercambista, por lo que habíamos muchos colados, jeje y como éramos mucho, tuvimos que esperar un largo tiempo. Porque son saloncitos cada uno con su karaoke y está bueno para hacer fiestas.
Bueno, cuando por fin entramos, Laura se dio cuenta de que había perdido su celular, con la ayuda de un australiano que habla muy buen chino logramos saber dónde lo había dejado y nos aventuramos a ir por él. Y fue toda una aventura, valga la redundancia, porque no recordaba con exactitud dónde era, pero dimos con el lugar y fuimos muy felices. No sabíamos si regresar o no, así que mientras nos fuimos a comer. Al final decidimos ir y qué bueno, me la pasé súper bien, cante y cante las pocas canciones que conocía (porque tienen una variedad muy escasa y chafa). Sí, fue un muy buen día, muy divertido, sobre todo.
¡Viene lo bueno! El domingo…
El domingo se llevo a cabo un mini paseo ciclista organizado por mi club rotario, por lo cual estaba obligada a ir, pero yo sí quería. Y lo llamo mini, porque fueron como 20km aproximadamente, pero bueno, algo es algo.
Me dijeron que me levantara a las 7 y yo muy obediente a esa hora estaba despierta, pero nunca me dijeron a qué hora salíamos, así que me agarraron por sorpresa apurándome y diciendo que ya nos íbamos, los cual no me pareció, porque me faltaron cosas por hacer y salí un poco malhumorada, en especial por la falta de alimento, jaja. En el camino nos encontramos a Laura y su familia (nos fuimos en bicicleta). Después llegamos al lugar donde estaban todos reunidos y esperamos a que comenzara el paseo. Cuando comenzó debo admitir que aún me encontrada enojada, pero traté de relajarme y disfrutar el paisaje y así sucedió. El camino de ida se me hizo más largo porque no sabía qué tanto recorreríamos, pero empecé a ver que más gente venía de regreso y fui muy feliz, porque en ese momento la flojera reinaba en mí, pero no me mal interpreten, la estaba pasando muy bien. Y aquí viene el comienzo de la aventura: algo le pasó a la cadena de la bici, así que me tuve que detener con la pierna un poco raspada y vinieron mis papás taiwaneses a ayudarme. Pero no fueron los únicos, también se acercó una señora y un señor, pero fue la señora la que lo arregló y continuamos. Pronto llegamos al punto donde nos teníamos que regresar, nos sellaron los boletos y ¡’ámonos de regreso!
Y aquí viene lo bueno… A los pocos kilómetros, debido a los pequeños desniveles que había entre el camino y el pasto y a mi torpeza con la bici, me acerqué mucho a la orilla y la bicicleta decidió que yo vería el piso desde muy cerca y en 5 segundos, mi cara estaba a 1cm del suelo y luego le siguió mi papá taiwanés que cayó sobre mí. Sí me dolió y en el momento quise llorar, pero fue más el susto de que todo pasó muy rápido y no quería preocupar a mis papás. Mi papá salió ileso, pero la bicicleta y yo sufrimos unas cuentas heridas. Ella salió con el pedal chueco y yo con el brazo raspado (ese sí me dolía y ardían) y con la pierna con una pequeña cortada. Después de que continuamos el paseo, no me pude haber sentido más feliz y orgullosa. ¿Saben por qué? PORQUE FUE MI PRIMERA CAÍDA DE LA BICICLETA! Me sentía súper orgullosa con mis heridas, jajaja. En serio. Cuando por fin llegamos al punto de partida, me llevaron con los de primero auxilios para que me checaran las heridas y yo estaba muy sonriente y enseñándoles a todos mis raspadas. Me puse muy feliz de haber experimentado esa caída, haberme levantado y haber continuado. Porque después de todo, así es la vida, llena de caídas que no podemos evitar (sí, la mía se pudo evitar, pero saben a lo que me refiero), pero tenemos que levantarnos y aprender de ellas. En mi caso, aprendí a ser más cuidadosa en el camino, jaja.
Así que ya saben, “caerse está permitido, pero levantarse es obligatorio”.
Mientras, aquí les dejo las fotos del paseo y de mi gran orgullo:
¡Lo logramos! 
Como les dije, estaba muy feliz y orgullosa.
Y bueno, después de llegar a mi casa, bañarme y que me pusieran no sé qué tanta cosa en mis heridas, me fui a la vagancia con mi hermana y dos de sus amigos que me caen muy bien. 
Todo el día me sentí llena de felicidad. Me encantó. 
Cuando íbamos en camino a encontrarnos con sus amigos, en el metro había un bebé con el que iba “jugando”, le sonreía, me sonreía, me extendía su mano, etc. Me hizo aún más feliz. Qué bonitos son los bebés. Claro, cuando son ajenos, jaja. Alguien ya tenga bebé para poder cargarlo. Soy buena niñera, no se preocupen. 
Ah, fue un muy buen día lleno de felicidad. 
Aquí con los “BUY IT”. 
Ah, me compré un reloj, por cierto.
Y hoy, dos días después, ese sentimiento continúa. No me podría sentir más feliz. No puedo creer lo afortunada que soy… Tengo que sacarle provecho a toda esta experiencia que tengo ante mi porque estas cosas no suelen venir dos veces.
Ah, las heridas ahí van, tengo un morete enorme en la rodilla y en el brazo, pero no duelen a menos que los toque. Sigo muy orgullosa de ellos, jaja. Yo estoy aprendiendo a levantarme, ¿y tú?

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