Hoy lo descubrí: estoy enamorada de los parques. ¿Quieres hacerme feliz? Llévame a un parque.
Pero no cualquier parque, un parque con pasto y si está recién cortado, mejor; con muuuchos árboles, con hojas o sin hojas, no importa, aunque debo decir, a veces entre más verde, mejor; una acera grande por donde podamos caminar sin cesar hasta que nuestros pies ya no puedan más; bancas, muchas bancas donde nos podamos sentar cuando no queramos caminar, donde nos podamos sentar a leer, a dormir, a platicar, a comer, a obsevar.
Ah, qué maravilloso es poder observar, porque también así puedes imaginar.
En medio del barullo, en un parque puedes descansar, te puedes liberar, te pones a pensar.
Qué maravilloso es pensar. Pensar en todo, en lo más loco, en lo más complejo, en lo más simple. Sólo pensar.
Ah, pero también puedes leer y con ello empiezas a creer. ¿En qué? En todo. En un libro todo es posible, no me dejarás mentir, ¿quieres volar? ¡Vamos a volar! ¿Quieres explorar? ¡Vamos a explorar!
Sí, un buen libro es la forma más barata de viajar y una buena inspiración para hacer tus sueños realidad.
¿No son maravillosos los parques? Grandes, puros, libres, gratis.
Sí, en un parque así, yo sería feliz. Sola o acompañada, qué más da, lo único que me importa es el lugar.
Si voy sola me puedo descubrir, pero si voy acompañada mis pensamientos puedo compartir.
Qué mejor que compartir para tu tristeza dividir, para tu humor incrementar y para historias acumular.
Qué poco se requiere para ser feliz… ¿No sería maravilloso que para todos fuera así?
Leave a comment