Un café.

Y fue cuando tomé ese primer sorbo de café que mis ojos quisieron llorar, un nudo en la garganta se formó y  me di cuenta de cuánto la extraño, de cuánto la quiero y cuánto a veces me hace falta. 
Detrás de ese pequeño trago, cuántas cosas se escondían. Cada alegría, cada enojo, cada tristeza, cada abrazo…
Pero no sólo de ella, sino de todos. Todos los que están lejos y hacen mis días más felices. 
Todos los que quiero, los que extraño, los que hace tiempo que no veo.
Y entonces, al seguir bebiendo, toda la felicidad y toda la nostalgia llegaron a mí y no pude evitar recordar y sonreír. 
Todas las risas, las bromas, las reuniones, las aventuras, las peleas.
Pero fueron escenarios específicos los que vinieron a mí:
Tardes en la casa de la tía Conchis.
Llegar a veces después de la escuela con una bolsa de chicharrones y un paquete de tortillas y a ponerse a platicar…
Llegar una tarde a alguna reunión y pasar ahí unas cuantas horas… La tía Mica viendo las novelas y de repente platicando historias, mis tíos y Ana jugando cartas, mi tía Ana riéndose cómo sólo ella sabe con mi tía Conchis… Al final tal vez un pastel y una taza de café, un café negro, tal como el que me estaba tomando… Delicioso. O incluso sin el pastel, sólo anécdotas de cada pariente y por supuesto, muchas risas acompañándonos. Y al concluir la velada, saldríamos de la casa, ya a oscuras, despidiéndonos de todos, sin ganas de partir.

Y me di cuenta de que por mucho que los extraño, no estoy lista para regresar y todo lo que tengo ahorita, me gustaría compartirlo; sería mejor que todos vinieran, porque yo no quiero ir, todavía no. 
Pero en menos de dos meses estaré de regreso y los podré abrazar a todos y en especial a ti, mami. 
A ti que tanto me has apoyado y cuidado y haces mis días más felices, aunque a veces las dos nos saquemos canas verdes. ¡Pero ya falta poco! Poco para que estemos reunidas otra vez y tu rutina vuelva  a ser un poco más normal. Aún no estoy lista, pero ese día pronto ha de llegar, así que mientras, ¡a disfrutar! 
Y así fue.  Todo eso sentí, cuando ese mágico café bebí y ahora no me podría sentir más feliz 🙂

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