Hello, hello!

Hace poco más de un mes regresé al blog muy entusiasmada de comenzar a narrar las aventuras finlandesas y fallé. Pero la neta tengo buenas razones. Mudarse no siempre es fácil, suele ser muy cansado; mudarte de país puede ser todavía más agotador, porque no sólo es empacar y tomar el próximo vuelo, sino que incluye mucho papeleo y requiere de aún más paciencia. Ahora, mudarse justo al inicio de la pandemia = thank you, next.
Aunque debo admitir que prefiero sufrirle aquí a estar en la cuarentena sin fin en la que está México (ya pónganse en paz, please).

En fin, para no hacer el cuento largo, las cosas no han sido fáciles con los trámites de migración porque gracias a nuestro amigo Covid-19, todo se vuelve mucho más lento, súmale que Finlandia no es un país a donde sea tan fácil emigrar (a menos que te cases con un local, que en definitiva creo que es la manera “menos difícil”), así que mi mente y tiempo han estado ocupadas en el papeleo. Además, no me sentía con ganas de compartir algo que no tengo 100% seguro todavía, pero Valeria, mi mejor amiga (you da best) me dijo algo muy cierto hoy: ahorita todos se pueden relacionar con la incertidumbre y me parece que tiene toda la razón.

So here I am, decidida a escribir por lo menos una vez a la semana. Porque si quiero vivir de la escritura algún día, tengo que empezar aunque sea con algo pequeño…

Ay, qué año. No entiendo cómo es que ya estamos casi a la mitad de septiembre y mucho menos entiendo por qué compré una agenda 2020, jajaja. La pobre sigue arrinconada en mi closet, esperando ver la luz. Pero creo que si en algo podemos estar de acuerdo, es en que la palabra que describe perfecto este año y los tiempo de pandemia, es incertidumbre.

En lo personal, estos meses me la he pasado con la preocupación de no saber qué va a pasar… Si me van a dar mi permiso, si elegí bien mi carrera, si me va a servir de algo acá, si encontraré trabajo de lo que me gusta (y definir qué es lo que me gusta), si tengo un futuro aquí o si me tengo que regresar por el covid, si alguna vez hablaré el idioma, etc, etc. Podría seguir con la larga lista de las miles de cosas que me han atormentado y dado diez mil dolores de cabeza, pero no gano nada y además encuentro consuelo en saber que no estoy sola. Que no soy la única con dudas y miedos (dime que no, por favor, jajaja). Y en momentos de claridad, creo que en efecto, estamos donde debemos estar. Todas mis decisiones, correctas o incorrectas me han traído hasta aquí, al otro lado del mundo. Y a pesar de que ha sido difícil, intento pensar en el crecimiento que hay al salir de la zona de confort. Duele. Duele mucho. Puede que a unos nos duele más que a otros, a lo mejor es la pandemia, a lo mejor no. A mí esta incertidumbre me ha costado muchas lágrimas y no sé cuántas crisis, jaja, pero al final del día, ¿cuándo en realidad tenemos garantía de las cosas?

Ahora más que nunca somos conscientes del poco control que podemos tener sobre tantas cosas. Y está bien. A veces lo único que queda por hacer es respirar, agradecer lo que tenemos y seguirle dando con la confianza de que a lo mejor no sabemos qué sigue, pero todo va a estar bien.

Todo va a estar bien.

¿A ti cómo te va con la pandemia?