Para ser honesta, no soy una persona que celebre el grito – mucho menos ante la situación actual – y la verdad es que mi pasión real en estas fechas, son los antojitos mexicanos que conmemoran la ocasión. Pero este año estando lejos extrañé todo un poco más. No es la primera vez que estoy fuera de México, pero definitivamente el intentar mudarse de manera indefinida durante una pandemia, cambia un poco la perspectiva y sin duda me ha costado más la transición.
Entonces, para conectar un poco con la tradición, el 15 de septiembre me puse una bella blusa mexicana color rojo – teniendo también la intención de que fungiera como modo de protesta por la sangre derramada – y camino al trabajo comencé a escuchar México en la Piel y México lindo y querido con gran orgullo en el corazón.
Pero irónicamente, a pesar de sentirme tan llena de vida por la música, me puse a pensar en la muerte (shocking 😂).
Mientras daba mi concierto interno cantando “México lindo y querido, si muero lejos de ti…”, pensé en lo repentina que es la muerte y qué loco no saber dónde nos va a encontrar.
Todos los días en el camino de regreso a casa, el camión pasa por un panteón grande y bonito y no puedo evitar preguntarme, ¿dónde me enterrarán a mí? No lo digo en modo trágico o depresivo, al contrario, me causa gran curiosidad pensar dónde voy a estar cuando me llegue la hora. ¿Nunca les ha pasado? Ahora, tampoco es que fantasee con mi muerte, pero el pensar en mi ubicación geográfica cuando llegue es algo que me intriga. Yo sé que hay gente que es más estática o que ya tiene planeada su vejez; a lo mejor hay quienes planean retirarse en algún lugar lejano o quienes no tienen deseos de salir de su ciudad; incluso conozco gente que ya tienen pagado su espacio en el panteón. Pero la vida da tantas vueltas que quién sabe dónde vamos a terminar.
Una persona me dijo una vez “no somos de donde nacemos, sino de donde decidimos morir” y creo que a pesar de todas sus deficiencias, su caos y problemas: México lindo y querido, si muero lejos de ti, que digan que estoy dormida y que me lleven a ti ❤️ (aunque la verdad me gustaría me cremen y me conviertan en un árbol 😅).
Pero mientras llega la hora de volver, traje un poco de México para celebrar. El 16 decidí compartir en el trabajo mi amor por la comida mexicana y gracias a que le aposté un bote de salsa a un amigo español, puse manos a la obra e hice salsa mexicana (que la neta me quedó deliciosa, mis compañeros no me dejarán mentir 😏), compré unos totopos de maíz azul que han sido uno de los mejores descubrimientos por acá😍 e hice unos letreritos para celebrar.
A pesar de la situación tan triste por la que pasa actualmente el país, celebro la gastronomía, la geografía, la gente y las tradiciones que nos llenan el corazón.

Pero espero que el grito de este año, sea por el cambio, un México mejor, uno donde no dé miedo ser mujer.
Porque como bien lo dijo Daniella Marti: “nadie se va de su país si cree que en otro lugar estará mejor”.
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