Bien, como podrán haberse dado cuenta, me ausenté un poco. Pero no se han perdido de mucho, en realidad. Hasta ayer en la noche y hoy tuve algo que contar, pero antes, aquí les va el resumen de la semana: 

La escuela estuvo un poco más entretenida que la semana pasada porque me puse a leer mi libro de “Chino for dummies”, estudiar el otro libro que me compré, hacer planas, además de escribir mi diario, que eso ya lo hacía desde la primer semana. Ah, y en computación me entretengo leyendo a “El amor en los tiempos del cólera”. Aparte de ya medio masticar el chino en 6 meses, otro de mis retos es leer todos los de García Márquez en este año. O por lo menos todos los que pueda. Benditos pdf que me encuentro en Google. 

Sí, de repente me aburría, pero ya por lo menos nos dejaron irnos a la biblioteca si era mucho el aburrimiento, ya que aún no nos consiguen profesor/a de chino. En la semana tuvimos unas clasesillas, pero con ex-alumnos y sólo nos daban vocabulario, que aún no nos grabamos, wu. Jaja. 

El miércoles salí con las intercambistas, mi hermana y una amiga que conocí el domingo; no sé si les hablé de ella, es la que habla chino, inglés, portugués y español. 

El viernes llovió, así que ya puedo decir que por primera vez manejé bajo la lluvia, en bici, pero manejé, jaja. Y fue muy chistoso, porque me prestaron un impermeable de la escuela amariiiiiiillo, así que era difícil que no me notaran, jaja. Y me gustó la sensación de ir bajo la lluvia. No era lluvia pesada, era muy leve, pero me gustó.

A pesar de eso, el viernes y sábado, fueron días difíciles. El viernes me entró la nostalgia otra vez, (insisto, debo mantenerme ocupada), pero no duró mucho, y por fin me dormí temprano. El sábado tuve una visita muy inesperada de un viejo amigo. 

Soñé con un amigo de la familia que hace muchísimo tiempo no veo, y que quería/quiero y aprecio mucho, y sé que él también a mí. Pero lo soñé viejito, muy extraño, como si viniera a despedirse… Y me desperté a llorar. Así que anduve sin ánimos toda la mañana. En la tarde me volví a dormir un rato y desperté un poco mejor; para matar el tiempo, me puse a leer a García Márquez. Más al rato, mi papá taiwanés me habló para que fuera a cocinar. Resulta que hoy iba a haber barbecue y no me acordaba. Para mi sorpresa, resultó ser carne asada, jaja, y muchas otras cosillas más. Pero comí algo muy parecido a un taco, que en lugar de tortilla, era una especie de crepa. Nomás me faltó el aguacate. 

Así que me puse mi traje mexicano, causé sensación con mi familia, les dije que era la independencia de México, que mi país cumplía 202 años, me llené de orgullo y sonreí. 

 “Ay, ay, ay, ay, canta y no llores, porque cantando se alegran, cielito lindo, los corazones”

La canción no podría tener más razón, me la pasé cantando, festejando, riéndome de cosas que no entendía acabé el día muy, muy feliz. 

Así que desde el otro lado del mundo: ¡VIVA MÉXICO! 

Porque a pesar de tener sus defectos, nuestro país tiene tantas cosas buenas y bonitas. Sólo hay que saber apreciarlas y darlas a conocer. Hagamos algo por nuestro México, para que estos 202 años de independencia, valgan la pena.