Por fin después de varios meses me armo del valor necesario para escribir lo que tanto tiempo estuve postergando.
Si me has leído antes, sabes que cuando estuve de intercambio en Taiwán comencé este blog, pero por azares del destino y propia duda, lo dejé. Sin embargo, nunca dejé de soñar con retomarlo y me parece que mudarse de continente en plena pandemia es un tema que vale la pena ser contado, jaja.
Llegó la hora de perder el miedo y volver a lo que amo: escribir.
Pero si eres nuevo aquí: Terve! Minä olen Sara.
O lo que en español quiere decir “Hola, soy Sara.” (Gracias a Duolingo es de las pocas frases que sé decir).
Hace tres años, mi papá vino a Finlandia para estudiar y explorar el terreno. Un año después, mi mamá y mi hermana se le unieron y yo me quedé en Tijuana terminando la universidad. Una vez que me gradué, hice distintos planes y según yo iba a trabajar por lo menos un año, ahorrar y aventurarme a una maestría por estos rumbos. Pero el destino tenía otros planes y después de un choque, me quedé con dos opciones: usar el dinero para el enganche de otro carro (y endeudarme unos años) o usarlo para venir a buscar oportunidades en Finlandia. Opté por la segunda.
Así que en Octubre de 2019 llegué a Tampere con la esperanza de en los próximos 3 meses, encontrar un trabajo que me permitiera quedarme.
Y así fue. Fui súper afortunada y conocí a un turco con corazón de oro: Faysal.
Es de las personas más buenas y sabias que conozco. Además de ser cómplice en mi fiesta de 25 años y ayudarme a cumplir mi meta de los cumpleaños aka el pastelazo (adjunto evidencia), fue quien me dijo que me ayudaría con los papeles y me daría trabajo.
Mi momento favorito de cada cumpleaños
Pastelazo cortesía de Faysal
En enero de este año regresé a Tijuana a empacar, vender e intentar vaciar el departamento (gracias Tía Lulú, sin ti no hubiera sido posible. ¡Te extraño mucho!).
Sin embargo, el coronavirus tenía otros planes y después de un poco de miedo, cambios de vuelo y muchas prisas llegué a Tampere un 17 de marzo.
La cuarentena no fue fácil, pero se sobrevivió, jaja. Definitivamente pasar una pandemia y estar encerrado 24/7 con alguien trae muchas pruebas de amor y paciencia (niéguenmelo, jaja), pero al final del día, trajo muchísimos aprendizajes.
Afortunadamente, en Finlandia la contingencia ya pasó y la vida poco a poco regresa a la normalidad.
Por el momento, mi permiso y trabajo están pendientes (cortesía del coronavirus).
Y a dos días de cumplir 4 meses aquí, puedo decir que a pesar de toda la incertidumbre y miedo que a veces me invaden, estoy segura de que estoy donde debo estar.
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